No siempre las palabras coinciden con los sentimientos. Cuando llega la Navidad parece que rebusquemos en nuestro interior, esas palabras que para muchas personas les cuesta mucho decir.
Hablar desde el corazón no impide hablar desde la razón, tenemos que saber cuándo las cosas finalizan. Siempre el fin, es el comienzo de algo nuevo.
Las personas que aprendimos que todo tiene un final, nos es más fácil, aunque duela sabemos cerrar la puerta, lo mismo que la sabemos abrir.
Cerrar un año es abrir otro. Acrecentar la ilusión, empoderarse de las nuevas experiencias, vivir y crecer de nuevo. Los que cerramos años, para abrir otros años, nos es sencillo, ilusionante.
Mostrar nuestro trabajo y presentar nuevos desafíos, nos hace creativos, trasparentes, participativos.
No por ello, nuestros sentimientos dejan de existir, aumentan, se multiplican y es cuando hablamos con el corazón, acompañado de la razón y envuelto por nuestros sentimientos.
Desde La Atalaya, feliz vuelo 2016
