Este año, lo comenzamos brindando en familia con unas antiguas copas de plata que fueron adquiridas precisamente hace cien años, para celebrar por primera vez el comienzo de la tradición con champán y uvas para dar la bienvenida al nuevo año.
Tiene su explicación en la cercanía de quien las compró, pues la niñera que les puso a sus hijas era francesa, y, por tanto, el champán era habitual, y al comenzar aquel aceroso año 10 del siglo XX, se comieron en su casa las uvas como algo novedoso y pionero.
Cuentan que era tradición usar la plata y poner algo de oro en ella para brindar y decir una frase: “movimiento sencillo y a la par elegante, salud”. Hay que decir que según los tiempos cambió “salud” por “chapeau” o “arriba siempre”. Nosotros, como respetamos los tiempos y las creencias, evitamos la última palabra, pero no por ello dejamos de pensarla.
Y en esta preparación para recibir el año 10, quisimos tomarlas con esas copas que conscientemente dejamos, en ese recoger del equipaje, las dejamos en su vitrina de siempre, a mano, para poder, con esas cuatro copas que quedan después de cien años, celebrar la entrada de otro año diez pero de distinto siglo.
Y elevamos nuestras copas también con champán francés, y uva valenciana, y brindamos con esas cuatro copas que despedimos el año 9, los mismos cuatro que lo recibimos el año 10.
Claro está que con estas edades, cuando brindas un año nuevo no sólo estás con los que son, sino también con los que no están, con los que brindamos juntos en otros momentos, y hoy , por la distancia, no podemos brindar en este momento, pero tenemos un año para estrechar manos, fundirnos en abrazos y brindar con copas, de seguro que de cristal, pero lo que no podré olvidar es, ese brindar con esas copas que al no ser de cristal, el sonido es distinto, pero el significado y el significante son los mismos.
Aunque los cuatro presentes supimos que a modo de despedida, nos daba la felicidad del caminar juntos hacia nuevas “llares”, que si el destino o el tiempo lo permiten comenzaremos con ellas, sino un año nuevo, una nueva estancia, un nuevo hogar y si no son de plata, serán de cristal y si de éste no pueden ser, serán de barro o, porque no, esas de plástico de usar y tirar, pues lo importante no es con qué se brinde, sino con quién se brinde.