Una mujer sencilla que sabe modular la voz al ritmo de sus gestos, o sus expresiones acompañan a su voz. Sin querer oírla las sientes cerca, tan cerca que el escenario no es una barrera que le separa. Sabe lanzar una mirada de cercanía a todas y a todos, a quienes en ese momento y siempre son su público. Sabe con sus manos llegar a lo más profundo de la vista del mismo modo en que con su voz llega a lo más profundo del sentimiento.
El pasado 15 de mayo, a beneficio de Manos Unidas, participó en este concierto solidario con obras de Ovalle, León, Lacerda, Albeniz, Granados y Turina. Pero ese repertorio fue más allá. Acompañado de los aplausos del público cantó canciones como Alfonsina, La Zarzuela, la Verbena de la Paloma, en sí obras de todos conocidas pero en su voz, en sus gestos fueron nuevas, nos hizo ver y sentir que “de la blanca arena” volvió realmente Alfonsina para decirnos que la nodriza sí le puso “las sábanas terrosas y el edredón de musgos escardados”.
Por ello este primer pensamiento de este blog quiero dedicárselo a ella, a Alfonsina Storni, que también se fue por la blanca arena al igual que lo hace el mar con el que quiero conversar desde estas páginas. “Te vas Alfonsina con tu soledad” y las manos de Ainhona acompañaban su adiós. Sus gestos, que se adentraban en lo mas profundo de sus sentir, nos transmitían lo que esa canción pudo, puede y podrá significar para miles de seres humanos. “¿Qué poemas nuevos has ido a buscar?”. Un adiós con un regreso, un fin, con un principio.