Hoy, 25 de enero del año once, salgo por primera vez en un tren rápido hacia Madrid. Años de espera, y aun así sin esperar lo prometido. Pero esta resignación social que tenemos los ciudadanos nos facilita la aceptación e incluso la alegría de recibir la migaja de los gobiernos centrales.
En mi memoria tengo presente como si ésta fuera una nube virtual de recuerdos: las mañanas en las que acompañaba en la antigua estación a papá cuando partía hacia Madrid, y las casi siete horas que costaba. También el esperar en aquel andén una rápida parada y un rápido adiós; la llegada a Madrid vuelve a ser la misma que en aquellas épocas de Atocha. De nuevo, el llegar se convierte en una tradición a la vieja pero remodelada estación Terminal. Y recuerdo su salida de aquel paseo Ribalta, donde en primavera el olor a tierra mojada invadía todos sus alrededores. Hoy salimos de una lejana y modernista estación en el noroeste de la ciudad de Castellón.
Aquella vieja estación que vio pasar reyes, políticos. También en mi nube virtual de recuerdos está lo contado de familiares que comunicaban vía telegrama que “mañana pasaré por la estación de Castellón, y, muy gustosamente durante tres o cinco minutos podréis estrechar y besar a vuestra abuela que os quiere tanto”. Así ss dirigía mi tatarabuela italiana a sus nietos, mi abuelo Roberto y mi tía Carmen cuando pasaba para coger en Barcelona un tren que, junto a muchos más, le llevarían a su Milán querido y añorado.
Cuando fue inaugurada esta estación, tengo el mismo recuerdo que cuando se inauguro la de Ribalta. Ministros Políticos felicitaciones pero esta ultima, estuvo durante años recogiendo las aguas de la lluvia por sus amplias y múltiples filtraciones y no pensó en su futuro y por tanto hoy justifica esta imprecisión.
Muchos serán los que dicen que recuerdo hoy llamo mi nube virtual de recuerdos pero quiero que sepan que mas pienso en el futuro que en el pasado y que intento vivir al máximo mi presente.
Pero hoy son recuerdos, y lo que hoy vivo es mí ir, hacia mi ciudad adoptiva: Por fin en dos horas y media o tres, llegaré.
Los tiempos evolucionan: algunos acontecimientos más rápidamente que otros, pero, en definitiva, las distancias se acortan cuando los seres humanos ponemos de nuestra parte y recibimos según damos. Quizá dimos o exigimos poco para hacer más corta la distancia según el tiempo, pues hoy tenemos lo que vemos, a ver si mañana luchamos para conseguir algo más. Llegamos a Sagunto, firmo y cierro este Word en esta ciudad de paso bajo sus murallas romanas, donde hoy no proclamamos ningún rey, donde hoy no cerramos ningún horno, pero dirigimos la mirada hacia el futuro y dejamos de ver el mar para adentrarnos en la Castilla que alberga para muchos Madrid.