Calle huertas Madrid 2022.

Sin rumbo… tan solo guiado por recuerdos y auxiliado por la extrañeza de los pensamientos, me adentro en la calle del Príncipe del siempre vivo (y viva) Madrid de las letras. Sin darme cuenta descubro la plaza Santa Ana con su cervecería alemana y su antiguo y restaurado coliseo que cuenta con más de 5 siglos y al que conocemos como Teatro Español. Nada más pasar la calle Huertas, frente a mí, Casa Alberto de los de siempre.
Mi cabeza empieza a visionar mis recuerdos las comidas que compartí con amigos, con mi padre e incluso, en alguna ocasión, con las historias contadas que vivió mi abuelo en Madrid.
El tiempo es testigo de todo y el todo sin el tiempo no se entendería.
Llego a mi mesa reservada tal como la había pedido, en aquel reservado que se llamaba presidencia, porque estaba más apartado en un pequeño arco. Me siento para disfrutar de aquellas imágenes que me pasan por la cabeza… las vividas y las que me contaron, las tardes de toros, las reuniones casi clandestinas en las que se hablaron del viejo Marruecos, también del régimen franquista y de la joven democracia que inundó de libertades las calles de Madrid. Casi 150 años de historias.
Hoy le toca formar parte de las historias vividas a una conversación telefónica, mientras saboreo sus deliciosos platos, habitas con puntillas, rabo de toro, sus postres, sus vinos y ese viejo vermut que no pasa de moda.
Escucho conversaciones a mi alrededor, palabras que se las llevará el viento si no hay alguien que las recuerde y las contextualice.
Tardes de copa, café y puro para coger un tranvía que les llevaría a Las Ventas para ver una de sus múltiples corridas de San Isidro .
Miro hacia el fondo, más bien hacia la entrada, observo los cuadros, las fotos de tantos y tantos que pasaron por ella y quisieron dejar su huella, pero muchos más son los que no están en sus fotos y forman parte de esta historia viva del Madrid de siempre, de la ciudad que hacemos cada día.