De teatros por Madrid

Andar por sus calles. Navegar por su metro con cien años de historia y de momentos vividos por millones de personas con prisas, con soledades, y con silencios rotos por la campanilla incesante del siempre partir y avanzar hacia otras estaciones en sus líneas marcadas y diferenciadas por colores. Llegar, transbordar, subir a la superficie, respirar el frío o abrigarse por el calor, rompiendo el reto de la distancia, de los miedos. Quizá de los recuerdos brindados al olvido.

Madrid es algo más que movida, fiesta, bullicio, compras. También es cultura, innovación, riesgo y amistad.
Madrid, capital de recuerdos, ciudad adoptada o adoptiva, rompedora y a la par transformadora, nos acerca al teatro, sus estrenos.

La culpa 23.1.2019
Dirigida por David Mamet, nos plantea el gran dilema de la ética profesional, de los juramentos académicos cuando obtenemos nuestros conocimientos científicos y académicos. Más allá de la ética y del secreto profesional va esta obra, que plantea la dualidad de poder servir para justificar el hecho delictivo, pero no para defenderse de falsas acusaciones de un paciente. Puedo decir lo que investigo para testificar, pero no puedo decir lo que sé cómo paciente.

Pasados los años, el secreto profesional te hace indefenso. Romper con ello o no romper es de lo que va la culpa, un argumento que encaja con todas las personas que intervienen, que ponen límites a la realidad de la verdad, al tormento de la impotencia, que solo se vence siendo fiel a los principios éticos, cuesten lo que cuesten.

Pero de que nos sirve tanta ética en un mundo de amarillismo y noticias fáciles. La ética deja de ser ética cuando no es igual para todos, porque ello puede convertirse en un arma letal para los seguidores del compromiso ético. Quizá una pregunta: ¿vale la pena?

El sueño de la vida o la obra inacabada 22 1.2019

Conejero se atreve a finalizar la obra de García Lorca con un entramado teatral que me recordaba el teatro negro de principios de los 50.

Escuchar la voz de Federico. Ser capaces de abrir las puertas de la cultura a los obreros, al pueblo considerado ignorante, ya de por sí es un reto. Más bien, un desafió de los años finales de una república que no supo asentarse ni afianzarse y pereció al primer movimiento de un grupo de militares. Confiados en sus derechos y su legitimación perdieron una guerra que no comenzaron, sino que fueron involucrados y sometidos.
Dos Españas que se enfrentan y se matan. Dos Españas que gritan y claman dolor por una llaga mal curada que después de casi 80 años a un supura y no esta cicatrizada.

El sueño de la vida puede ser la obra inacabada que nos facilita no solo conocer a Lorca, sino comprender la sencillez del dolor y de impotencia marcada por las ideologías.

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