Sevilla tiene un olor especial cuando caminas por sus calles, ves atardecer desde cualquier azotea o te sientas al escuchar el murmullo de una fuente.
Recuerdas los amores y desamores, el sentido de la amistad que se forja en una juventud temprana junto al calor del verano o las lucecillas de la feria en una temprana primavera.
Necesito Andalucía, tengo síndrome de ausencia, por más tiempo que en ella no esté más anhelo su olor a nardos, jazmines o azahar, es incurable su recuerdo, sus sueños de niño y juegos de adolescentes que forjaron una juventud que hoy en la madurez de la vida me tire hacia ella.
Córdoba, Málaga, Ceuta y su vecino país, Granada todas ellas tiene algo que contarme, todas ellas tienen algo que puedo enseñar, cuantos rincones con historias vividas, con miradas que se cruzaron y que nunca más volverán.
Hoy regrese a mi Sevilla, a mi Córdoba pude compartirlas, pude enseñarlas regalar un nardo y brindar con fino y caminar siempre caminar, recordar en silencios prolongados en aquel viejo patio del Alfonso o en el romántico jardín del Circulo de la Amistad, sin dejar de ver la miseria, esta pobreza como símbolo de identidad de una Andalucía expoliada, ultrajada y deshonrada en nombre de los que nada tienen.
Andalucía hoy te escribo desde el presente aunque sepa que en nada serás parte de nuevo de mi recuerdo de uno más que complete mis sueños rotos.
5 de octubre del año 13
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