Y de nuevo invitado. En la casa de campo, situada entre naranjos protegida por las montañas y a lo lejos las luces que impiden ver el mar, estuve en una torrá con los anfitriones Mati y Francis. Me acompañó a esta velada mi amiga Margarita, que tuvo que dejar a Cloti, una pitbull cariñosa, afable y amable contra todo estereotipo que por motivos de la edad prefirió quedarse en casa.
Los naranjos, la compañía y el buen cocinar de Mati y Francis hicieron una noche del 25 de junio inolvidable.