La pérdida de la inocencia

Imagen 1Las ONG representan en muchas sociedades los valores intangibles de sus ciudadanos. Compromiso, solidaridad, ética, confianza, voluntariado, etc. Al igual que se presupone que los medios de comunicación actúan como Cuarto Poder, las ONG simbolizan el espíritu de una comunidad y tienen un papel fundamental en la sociedad. Constituyen el Tercer Sector. El no lucrativo.

Durante los últimos meses se ha abierto un profundo debate centrado en la transparencia o no transparencia de estas entidades que es necesario reconducir hacia otro concepto: la coherencia, una característica inherente al trabajo que se realiza en las ONG. Porque, quién puede establecer unos criterios sobre lo que es la transparencia. No es la misión de ninguna ONG o Fundación determinar si se ha cometido una irregularidad, para eso están las autoridades públicas competentes. Es quizá un ejercicio de autorresponsabilidad.


Somos nosotros mismos quienes debemos adelantarnos a cualquier entidad u organismo fiscalizador y mostrar con claridad en transparencia, en visibilizar el trabajo que realizamos. Somos conscientes que el deber de ser de la transparencia pasa por nosotros y se concreta en la exigencia de ser claros públicamente al respecto de quiénes somos, qué pretendemos, qué hacemos, cómo lo hacemos, con qué y con quienes lo hacemos.

El crecimiento del Tercer Sector en la sociedad actual ha provocado estas preguntas, al igual que otras como qué es ser transparente y por qué tenemos que ser transparentes las ONG. Esta evolución nos ha fortalecido pero también nos ha hecho perder la inocencia. Al nacer, al crearnos, todos somos iguales y, al igual que ocurre en el género humano, buenos por naturaleza. Sin embargo, la sociedad puede pervertirnos y ser capaz de alterar nuestros fines. Considero que las ONG no sólo debemos ser “buenas y honradas”, sino que también lo debemos demostrar. Es quizá la clave que nos diferencia con respecto al primer y segundo sector. Y ahora, más que nunca, debe ser nuestra característica más propia y relevante: ser transparentes y rendir cuentas. Todo ello, claro está alcanzando los objetivos que nos hemos marcado.

En un principio, antes de esto que quiero llamar la “pérdida de la inocencia”, alcanzábamos cuotas de funcionamiento sin ningún tipo de programación o metodología. Se nos llenaba la boca de un
altruismo desmesurado, incoherente a veces. Era fácil oir a cualquier persona que trabajaba en una ONG defender que su aportación era totalmente voluntaria. Fueron cambiando los tiempos
y nos acercamos hacia desafíos que nos exigía la administración. Profesionalizamos nuestros procesos y llegamos a convertirnos en empresas. Eso sí, no lucrativas. Nos hicieron trabajar con una metodología de empresa. Nos ayudaron a convertirnos en entidades prestadoras de servicios. Incluso nos quitaron nuestra capacidad reivindicativa o, mejor dicho, algunos se la dejaron quitar. Pero, una de las grandes diferencias con respecto al Segundo Sector es que podemos integrar el voluntariado en nuestras estructuras y recoger sus inquietudes. Por ello, es necesario reclamar que su figura, y la del Tercer Sector, esté al mismo nivel que los sindicatos de trabajadores y las asociaciones empresariales a “la hora de contribuir a la defensa y promoción de los intereses económicos y sociales que les son propios”, y modificar el artículo 7 de la Constitución.

Hoy, con la “democracia digital”, la multiplicidad de recursos tecnológicos nos hace adentrarnos en un mundo marcado por la diversidad y, no siempre, gestionada con tolerancia. Hablar de transparencia en un mundo opaco es como hablar de luz en el país de las sombras. Ser transparente es una forma de vida de ser y de sentir. La transparencia incrementa nuestra visibilidad en la sociedad. No existe transparencia sin comunicación, pero eso sí una comunicación sistemática, donde demos a conocer lo que somos, lo que hacemos. Donde informemos de aquellos que debemos informar sin aprovechar el oportunismo que nos pueden facilitar las situaciones para convertirnos en elementos contrapreventivos.

En el Tercer Sector no podemos convivir entidades que sean transparentes y otras que no. Es un lujo que no podemos permi- tirnos. El hacerlo de forma aislada o solitaria puede perjudicar a quien lo hace. Es necesario realizarlo desde una perspectiva más global. Estoy convencido que el futuro del Tercer Sector es la calidad y la transparencia. Su supervivencia vendrá definida por estos dos pilares, con dos matices: calidad con calidez y transparencia sin límites.

Los verdaderos detractores de estos dos principios temo que no están fuera de nuestro sector. Cómo convencerles y hacerles ver el futuro es nuestro desafío: cómo mentalizarles de que la individualidad y las torres de marfil han dejado sitio a la globalidad y a la diversidad, que solos no podemos alcanzar ninguna meta pero que todos juntos tampoco. Debemos saber y descubrir entre unos y otros el núcleo interseccional, lo que tenemos en común. Y así, desde nuestras ONG abanderar ideas comunes que faciliten el progreso.

Al igual que la calidad en el Tercer Sector ha sabido elegir sus modelos, debemos de decir lo que es transparencia. Apuntaría ideas mínimas: saber quién está detrás de cada ONG, conocer qué
patrimonio tiene de forma individual –desde que entra hasta que sale-, evaluar la eficacia y auditar sus cuentas, conocer sus estatutos y códigos éticos, las normativas de régimen interno y, principal-
mente, saber cómo se han gestado estos grupos, evaluar el nivel de participación de sus socios, medir lo que comunican a la sociedad. En sí, someterse a una auditoría económica, de funcionamiento y de calidad de sus servicios.

Para facilitar la difusión de estos datos tenemos a nuestro alcance las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), omnipresentes en nuestra sociedad, pero “que no se han incorporado de forma suficiente a la vida cotidiana del sector”, según el Observatorio del Tercer Sector. “Tenemos ordenadores, acceso a Internet e incluso, en algunos casos, aulas de capacitación de colectivos en exclusión, pero de aquí a hacerlas un activo estratégico todavía nos queda mucho camino por recorrer”, puntualizan. Las TIC tienen que ser un factor transversal.

Cuando hablamos de transparencia en el tercer sector hay que establecer niveles con arreglo a la capacidad de gestión y estructura de la entidad. No es lo mismo una ONG, que una federación
autonómica, una plataforma estatal o internacional. Tampoco su influencia en la sociedad. Por ello, en cada caso se han de fijar unos mínimos de transparencia, que garanticen la visión de lo que ellos representan. Y es que, las dificultades de la transparencia están afectando a la credibilidad de las ONG.

J. Francisco López y Segarra
Presidente y Director Técnico de PATIM

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