Un 23 de abril más. Cuántos pueden ser los que tengo o, mejor dicho, los que celebro. Me enteré de esta tradición hace años cuando mi tía Carmen, hermana de mi abuelo me comentó esta tradición de amores y desamores de una Cataluña.
Antes de ello siempre supe que era el día dedicado a Cervantes. Desde siempre, en el despacho de casa hay un don Miguel de Cervantes y, como muchos saben, colecciono el Quijote en las distintas lenguas traducidas que por cierto son todas las registradas. Este coleccionar me hace ocupar parte de mi tiempo en mis escasos viajes. Saber que me pueden o quieren regalar quien de viaje se va y principalmente hablar aunque sea por señas o rudimentarios canales de comunicación con los libreros y librerías de los países.
Pues Sant Jordi de nuevo está aquí. Este año 11 cae en sábado santo (antes llamado de gloria). Sant Jordi da nombre a la fiesta de la rosa o del libro, muchas y muchos conoceréis aquellas tradiciones en las que los sábados de mayo, se cantaba y rondaban a jóvenes, con canciones de amor por tristes cantautores que de su voz querían hacer suspiros de aburridos versos y en el mejor de los casos los tunos y las tunas corrían las calles en aquellas noches que no eran de los jóvenes como hoy son, sino más bien de la tuna y algunos que quedamos junto a los basureros vigilando estas calles regadas por manqueras o por las últimas copas con las que brindábamos al amanecer.
En Cataluña, acompaña este día una leyenda que cuenta que en tierras de Montblanc vivía un dragón poco amigo de los ciudadanos de esa montaña y, para tranquilizarlo, el rey daba cada año a una doncella por sorteo. Hasta que la sorteada fue su hija y el rey, que de forma consuetudinaria había dado por válida esta ley, no quiso conformarse y la leyenda cuenta que la fortuna se puso en manos de la hija del rey dado que la suerte siempre la tuvieron los ricos más que los pobres, y así apareció un caballero, que quiso ser igualitario y dijo que bien podía ser un doncel en vez de una doncella quien fuera entregado al dragón o que luchara con él. Arremetió contra el su espada y de la sangre que broto al dragón rosales rojos salieron. El doncel resulto ser Sant Jordi. Y así entre la leyenda escrita y la rosas rojas Cataluña al igual que muchos otros pueblos o ciudadanos celebramos tal día en que D. Miguel, Mr. William decidieron abandonar esté mundo de los mortales para hacerse más leyenda y hacer de él no solo el día del libro sino, más bien, el de la lectura. Pues del amor la leyenda no finalizó y no sabemos, aunque lo intuimos, que San Jordi dejaría de ser San para convertirse en el amado de la hija del rey. Pero como entre santos los amores prohibidos están, así acaba este día que cada cual puede celebrarlo como le venga en gana.